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Una enfermedad de alcance mundial.
Estamos viviendo en un tiempo particular, que puede ser una ocasión de reflexión ante una enfermedad que está teniendo consecuencias en todo el mundo. Esta situación nos lleva a palpar con más fuerza la experiencia de fragilidad, y a tomar conciencia de que no tenemos el control, sobre todo y esa es una realidad que en vez de asustarnos nos debe llevar a crecer más en nuestra confianza en Dios Padre creador y a poner todos los medios a nuestro alcance para evitar el mal o la enfermedad.
Pero sucede que algunas veces olvidamos esto, sobre todo quienes estamos acostumbrados a tener todo controlado, ya sea por la vida que llevamos, los contactos que tenemos, el dinero, el prestigio, los conocimientos, etc. Ahora se experimenta que nada de eso sirve para librarnos del contagio de esta enfermedad, que no hace distinción de ningún tipo.
También sucede que esta experiencia de fragilidad a algunas personas las pone tensas, nerviosas y las angustia excesivamente. Pero no debemos perder la calma, debemos esforzarnos por ser prudentes y no dejar de elevar nuestra oración a Dios.
Quisiera hacer énfasis en dos actitudes: Responsabilidad y solidaridad.
Ser responsables, con uno mismo y con la salud de los demás. Esto lo llamaría una salud solidaria, porque no se trata de pensar sólo en mí, sino pensar en los demás en aquellos que quizás son más vulnerables a esta enfermedad, me refiero aquellas personas que por tener alguna enfermedad, su edad avanzada u otro motivo, podrían contraer el virus. Pensando en ellos, es que me cuido, y no salgo a la calle.
Recuerda, no se trata sólo de pensar que yo estoy y estaré bien, sino que hay personas, sobretodo en nuestro país, que no están bien alimentadas y que no cuentan con un seguro de salud que los pueda proteger en caso de contraer esta enfermedad. Es bueno pensar en ellos y por eso es que queremos tener unas medidas de salud solidarias, y ser sumamente responsables en seguir las indicaciones de los médicos especialistas y del Ministerio de Salud.
Ser responsable también con mis estudios. Se han cancelado las clases ordinarias, esto no significa que estemos de vacaciones, sino que debemos seguir las indicaciones de mis profesores para poder seguir aprendiendo y aprovechar el tiempo de manera que no se detenga mi formación. Recordemos que cada día es una oportunidad genial para aprender algo nuevo, para ser un poquito mejor que el día anterior.
Ser solidario también en las compras que realizo. Comprar lo que necesito, no ser exagerados, pensar que hay otros que también necesitan alimentarse, que necesitan cosas básicas. En situaciones como estas es donde se ve con mayor fuerza el civismo, la cultura, de un país que sabe mirar al otro y que no sólo piensa en sí mismo. Por ejemplo, cuidar de no comprar gel desinfectante en exceso porque quizás estoy dejando sin este producto a quienes lo necesitan con urgencia.
Que esta situación que nos ha tocado vivir no nos lleve a angustiarnos, sino a pensar cómo puedo crecer en medio de la adversidad, qué puedo aprender de ella y qué puedo aportar yo desde mis capacidades, dones y talentos a esta difícil situación.
Ser Solidario es también rezar por los demás, por quienes tienen en sus manos las grandes decisiones del país, por quienes están enfermos y por quienes están trabajando en los hospitales, arriesgando su propia vida para que otros estén bien.
He escuchado alguna vez que el peor enemigo de un peruano es otro peruano, creo que ésta es una oportunidad para demostrar que el mejor amigo de un peruano es otro peruano. Seamos solidarios y responsables con la salud y el bien de los demás.
Padre Enrique Granados
Capellán de Villa Caritas y San Pedro